Desde que comenzara la jornada de ayer de Flamenco On Fire a las 12 horas con el homenaje a la Pelota Vasca rindiendo honores a cuatro pelotaris navarros gitanos en el Frontón de la Mañueta, junto al tocaor jerezano Domingo Rubichi, hasta la hora de las brujas en que terminara Duquende su recital en el Hotel Tres Reyes, fueron 12 horas de flamenco casi sin descanso. Todos los espacios estaban abarrotados, con actividades gratuitas, como los recitales de Miguel y Juan Vargas y Agujetas chico y Domingo Rubichi en Civivox Condestable. A las 13.30h tuvo lugar en el Casino de Pamplona la entrega del Galardón Fundación Flamenco On Fire a Isamay Benavente, José Manuel Gamboa y José Luis Ortiz Nuevo; y a título póstumo a la periodista local Loretxo Iñarrea. Tras un respiro para almorzar, el Civivox Condestable ya estaba repleto desde las 18 horas, con filas interminables de asistentes para ver a Miguel y Juan Vargas; y, posteriormente, al citado Agujetas. No cabía ni un alfiler, y muchísima gente escuchando desde el exterior. La afición y el atractivo que ha generado Flamenco On Fire en estas 12 ediciones no tiene parangón en un festival del norte. Las calles repletas de personas que se mueven por el centro de la ciudad al ritmo más jondo. Porque hay que decir que es una programación exquisita, y, aunque no se conozca un arte en profundidad, la calidad siempre se reconoce; en este caso, a golpe de armonía y compás. Alzapúa III, Flamenco On Fire rinde homenaje a la guitarra Casi que nos tuvimos que escapar del recital de Agujetas para poder llegar al gran espectáculo del Baluarte a las 20.30 horas, ‘Alzapúa III’, con cuatro maestros de la actual generación de guitarristas: los sevillanos Manolo Franco y Rafael Riqueni, el jerezano Gerardo Núñez y el cordobés José Antonio Rodríguez. Sucesores de la anterior, liderada por Paco de Lucía, Serranito o Manolo Sanlúcar, entre otros, y herederos, a su vez, del ‘alma máter’ del Festival, el pamplonés internacional Sabicas. Como el flamenco es un arte vivo, estos cuatro referentes actuales de la sonanta fueron convocados para una producción de Flamenco On Fire, gestionada por el flamencólogo José Manuel Gamboa. ‘Alzapúa III’ contó con artistas invitados: la cantaora Montse Cortés y el bailaor Antonio Canales; junto al embajador del festival, Pepe Habichuela. El espectáculo comenzó con los cuatro guitarristas por bulerías, y luego cada uno por separado. Comenzó Franco por farruca con su toque ortodoxo e íntimista; le siguió su paisano Riqueni con unos fandangos preciosos y ‘valientes’ de tierras ‘huelvanas’. Continuó Rodríguez con sus bulerías de ‘Manhattan de la Frontera’, aderezadas con el taconeo y braceo de Canales. Remató el jerezano Núñez por rondeñas. Luego volvieron todos por siguiriyas acompañados por el cante de Montse Cortés; y el baile del bailaor trianero, que también hizo de ‘rapsoda’, con mucho gusto, a lo largo del espectáculo, acompañándose al baile. Siguiendo un orden muy solvente, procedieron a dos recitales en pareja. Los sevillanos interpretaron ese himno solemne y homenaje a la Semana Santa sevillana, compuesto por Riqueni, ‘Amargura’; y continuó el espectáculo con unas bulerías por soleá interpretadas por Gerardo y José Antonio. El remate final fue por tangos, donde hay que destacar el arte, genio y figura de Canales ‘acordándose’ de su barrio y ese baile ‘descarao’. Con un homenaje final a don Pepe Habichuela. Pero la jornada no terminaba ahí, ya que los aficionados ‘empalmaron’ con el final de una larga y preciosa jornada, con el cante acamaronao de Duquende, quien también es uno de los actuales maestros, en esta ocasión del cante. Se entregó y lo dio todo en un gran recital ante un público entregado. Con un final increíble en el que muchos se emocionaron cuando Tomatito le puso el ‘pañuelico pamplonés’ al cantaor catalán. Dos grandes figuras que comparten su amor por el eterno José Monge Cruz, Camarón de la Isla. No puedo pasar por alto, como si estuviéramos en cualquier festival de Andalucía, que en la puerta se ‘arremolinaron’ un gran número de aficionados norteños, y otros venidos de Francia, que hicieron sus cantes, y a los que se sumó Agujetas chico. La afición al flamenco en Pamplona está más que consolidada, ayudada por un Festival que ha prendido la chispa del duende en el norte, y parece que ha cogido candela. Isidoro Cascajo Fotos y vídeo: Guillermo Arenas