
David Palomar rinde homenaje a La Perla de Cádiz en Suma Flamenca
A veces uno se queda sin palabras para poder expresar lo que un momento te puede transmitir. Anoche, en Suma Flamenca de Madrid me ocurrió con el cante de David Palomar en un homenaje recuerdo a La Perla de Cádiz por su centenario, ‘Cien Veces Perla’, haciendo un recorrido recordando los cantes de esta gran cantaora, pero también acordándose de ella con cantes que otros cantaores y cantaoras han hecho sobre ella. David emociona con su cante, hace que Cádiz suba al escenario y nos eleve a lo máximo, el duende aflora en cada tercio de cada cante, en cada momento expresivo, en sus gestos, en su forma de interpretar lo que canta, hasta el punto de casi levantarse de la silla, los nervios, sus nervios, no le dejan parar. Abrió por alegrías recordando a Camarón y su cante hacia La Perla: bulerías, tangos, siguiriyas, tarantos, soleá, tangos de Málaga con esos aires de ida y vuelta; no podían faltar esos tanguillos de Cádiz que recordaban a Chano o a Mariana Cornejo, y un cierre por bulerías que remató con su baile en un gran fin de fiesta. Pocas veces me ocurre, pero en este festival si me pasó, me emocioné, e incluso lloré, recordé a mi querido amigo Chano Lobato en algunos momentos de la actuación de David, parecía que el gran maestro se había reencarnado en él. O a esa Mariana Cornejo que también estuvo presente. Hoy en día, bajo mi opinión, no hay quien encarne el cante gaditano como lo hace David Palomar. Esa gracia que tiene ese cante, esa soltura, esa seriedad, ese potro desbocado que debe imprimir el cante solo, repito, solo lo vivo en el arte y duende de este cantaor. Anoche no solo triunfó con su cante que puso al público en pie, nos hizo reír con sus chascarrillos que hizo entre un cante y otro, al mejor de los estilos del maestro Chano. Pero también tuvo momento de un íntimo sentido del respeto, serio, profundo y emotivo hacía la situación por la que está pasando el mundo hoy en día. Pero volviendo al espectáculo no solo triunfó David, también lo hizo el joven guitarrista malagueño Rubén Lara que, en su solo de guitarra acompañado con el compás de Anabel Rivera, Jorge Bautista y Roberto Jaén, recibió un aplauso del respetable de casi cinco minutos. Un recital de dos horas, dos horas intensas, que mientras viva, no la olvidaré y estoy seguro de que el público tampoco. Juan José Gil Sánchez para Flama