Extremadura Pura volvió a Madrid
Hablar del cante o del toque extremeños solo puede hacerse desde la esencia más pura, y eso lo tienen dentro, muy dentro, La Kaíta, Alejandro Vega, Miguel Vargas y Juan Vargas. También, no cabe duda de que hay una generación de jóvenes que, además de innovar, conocen bien esa esencia aprendida de los mayores. Y así lo pudimos vivir anoche en el Centro Cultural Paco Rabal en Suma Flamenca de Madrid 2025.
Los últimos Mohicanos dice Alejandro para definirse tanto a él como a La Kaíta, porque es verdad, ellos son el último eslabón entre una generación de cantaores y cantaoras de una época que ya no volverá con otra que hoy en día existe y está presente. Tenemos que disfrutarlos mientras podamos, no cabe la menor duda de ello.
Ayer nos hicieron sentir que Extremadura sigue en pie en el flamenco, que no murió con la partida del maestro Porrinas. Tangos, jaleos, soleares, fandangos y martinetes formaron parte del repertorio, con solos de la guitarra del maestro Miguel Vargas en unas granaínas para abrir el espectáculo y un taranto en medio de este.
Pero si hay algo hermoso es la complicidad entre el patriarca Miguel y su hijo Juan Vargas, ellos se miran, ajustan y afinan sus guitarras y desde ese momento, con esa mirada cada uno sabe respetar al mayor por su esencia o el mayor al hijo por su herencia. Pura hermosura de verdad.
La Kaíta siempre es visceral, pone el alma y el cuerpo para decir lo que tiene que decir, expresar el arte que lleva dentro, sacarlo como un potro desbocado y decir aquí estoy yo, para traeros una gota de esencia que imprime todo lo que le rodea. Y Alejandro es esa misma esencia, pero no solo en el cante que sale de sus adentros, también en la vida misma. La dinastía cantaora de este extremeño viene de lejos, y seguirá para mucho tiempo ya que la ramificación de los Vega sigue adelante. Su voz quejosa y quebrada rompe el aire en un poderío que no deja indiferente a nadie.
Un joven Josué Porrina puso la percusión en un complemento a las palmas, al cante y a la guitarra que, sin duda alguna, identifica esa nueva generación y forma de hacer el compás que nos aportó en su día Paco de Lucía y que incorporó al flamenco.
Extremadura ha sido, es y será ‘Esencia Pura.
Juan José Gil Sánchez para Flama





