Una expansión sonora de la guitarra flamenca en el Parque del Majuelo

Pablo Giménez selló un acuerdo entre su guitarra flamenca y la Orquesta de Cámara Mediterránea. El resultado: una noche mágica donde al flamenco y sus estilos como seguiriya, farruca y alegrías se les unieron los ocho músicos de cuerda, entre soniquetes y pañuelos de lunares. El pasado martes 19 de agosto, la propuesta titulada Flamenco sinfónico tuvo su estreno en el Parque del Majuelo de Almuñécar. Junto a la brisa del mar, nuevos aires llegaron a las costas granadinas.
La tradición andaluza ha tenido siempre momentos en los que la unión entre sus músicas más cultas, la música clásica y el flamenco, han ido de la mano con resultados grandiosos. Desde Manuel de Falla a Joaquín Rodrigo hasta Paco de Lucía, especialmente en su disco Duende Flamenco con arreglos de Torregrosa. En esta línea se inscribe la propuesta del guitarrista y compositor granadino Giménez.
Comenzó con una rumba alegre y resultona, virtuosos picados y una presencia impecable en escena. Los violines acompañaban por momentos la melodía marcada por la guitarra. Breve pero intensa, la fiesta dejó paso a unos fandangos de Huelva de armonías ambiguas, llamando a la complejidad y al enredo del alma. En la seguiriya se introdujo la voz de Jaime El Parrón junto al baile de zapatilla y castañuelas de Julia Rubio. La OCM finalizó la pieza como un lamento sinfónico, en contraste con el quejido rajado que presentaba Jaime en su comienzo.
La orquesta brilló en muchos momentos, tomando el protagonismo con un talante majestuoso. La catedrática de violín Emilia Ferriz y Óscar Sánchez formaron una primera sección que hizo de contrapunto al cante imponente de El Parrón. A su vez, su director Miguel Maldonado se acopló a compás y con seguridad a los taconeos del baile, especialmente en una farruca de Miguel Perandrés.
Como colofón, un baile a dúo por alegrías y una conjunción exhaustiva entre su zapateado y la orquesta de cámara. La dirección de la guitarra volvió a tender un puente entre el mundo clásico y el popular. En aquella noche, a golpes de arco se expandió el rasgueo de la guitarra.