Unión Flamenca conmemora el Día Internacional del Flamenco en Granada

Lleno de periodistas, autoridades, cámaras grabando y sonrisas de protocolo, la sala del Teatro Alhambra se constituyó en tertulia de famoseo antes del comienzo de la gala del Día Internacional del Flamenco. Los murmullos formaban su propia sinfonía y se preludiaba de esta forma el acto. Con crescendos por momentos, una vibración inquieta se respira y se espera con ganas la finalización de la presentación en sociedad. Minutos más tarde, se abre el telón.
El Bolita aparece con su guitarra. Alterna sonidos parecidos a los de una banda sonora de una película de acción y suspense con los toques tradicionales que arrancan los vítores del público. Al otro lado del escenario aparece después Ana Morales con vestido largo rojo de una tela fina y amable a la mirada, conjuntada con zapatos plateados. Contrasta su figura con el fondo negro al igual que contrastan las interminables vueltas corporales con cambios bruscos de silencio y cierta fluidez relajada en su actitud. Resuelve la contenida abstracción con un corte elegante y dramático flexionando la espalda hacia atrás.
Como segundo número, David Carpio se presenta como el tercer elemento de la tradición: la voz flamenca. Le sigue una intervención de Lucía Álvarez La Piñona quien se planta pasiva y con fuerza, segura de sí misma, en control de su entorno, frente a tres hombres de negro: Carpio y un palmero a cada lado. La escena siguiente rompe arriba, con velocidad y desgarro con Mercedes de Córdoba. Ahora David Carpio, con guitarrista y un corro de bailaoras bien plantadas en sillas de anea, conforma la tradición del tablao sobre la escena del teatro. Como pasa con los buenos vinos, en el flamenco los artistas mejoran con el tiempo, la experiencia es un grado y la sabiduría se encuentra también en el recorrido artístico. Así en los detalles, Hiniesta Cortés lució sus movimientos más flamencos.
Granada yo te reconocería
aunque ciego yo me quedara
por tu vela y sus campanas
tu embrujo de morería
por tu Alhambra soñada
Se entregaron los reconocimientos por parte de Unión Flamenca a tres figuras del toque, cante y baile: Pepe Habichuela, José de la Tomasa, quien nos regaló la granaína citada en su discurso de agradecimiento y, a título póstumo, al bailaor Manolete. Continuó la gala en la segunda parte con Ivan Vargas quien, junto a la guitarra de Luis Mariano, interpretó una farruca, estilo insigne y representativo del maestro Manolete. Para finalizar, una agrupación granadina con algunos integrantes del Ballet Flamenco de Andalucía se sentaron con suntuosidad ocupando todo el espacio escénico.
Resaltó en sus intervenciones la voz de Fita Heredia quien siempre parece vaciarse más a cada letra, quejío y jaleo. Unas alegrías con bata de cola y mantón siempre son una delicia, como una tortita de camarones en la bahía de Cádiz con un aperitivo generoso. Y como la Mezquita de Córdoba, con un empaque recio y estilizado, presentó Manuel Jiménez todo tipo de figuras, cristianas y musulmanas, haciendo gala de su fuerza y poderío por soleá. Y finalmente, si noche tras noche se había presentado sobre las tablas del Generalife encarnando a Carmen Amaya en el verano de 2021, ahora el taranto de Águeda Saavedra da una vuelta de tuerca y se presenta con quietud, la procesión va por dentro, mirada desafiante y una explosividad controlada que luce más en los silencios que quitan el respiro hasta un nuevo cambio repentino de dirección. Sin duda el mejor baile de la zambra granadina para una gala que no dejó de lado ninguna costura ni rizo suelto.
Pablo Giménez para Flama