Territorio Joven en Hotel Triana: Un quiero y no puedo

La noche del jueves en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2022 se presentaba interesante al otro lado del río. El Hotel Triana, uno de los escenarios más apreciados por el público, abría las puertas para recibir a una selección de jóvenes flamencos. La propuesta prometía mucho, pero, entre unas cosas y otras, acabó echando por tierra las ilusiones del poco más de medio aforo (está siendo sorprendente y dolorosa la falta de público este año).
El cante no estuvo al nivel de lo esperado, aunque los cantaores le pusieron un entusiasmo profesional. El formato, no obstante, ayudaba poco. Sentados toda la noche en torno a un par de mesas que pretendían sugerir una reunión flamenca de vecinos, los cantaores tenían que aguardar su turno para jugárselo todo a una o dos cartas. Se les notó incómodos, fríos. La idea del espectáculo era hacer pasar todo aquello por un encuentro natural y espontáneo, pero lo cierto es que lució muy, muy encorsetado. Excepto Marián Fernández, con un par de momentos que nos hicieron olvidar las costuras del programa, el resto del concierto pareció la cola del supermercado: cada cantaor pedía la vez, esperaba el momento oportuno, echaba un tercio al aire en medio de un volumen poco facilitador y volvía a callar un rato para hacer fila en otro cante.
Por la parte del toque poco puede decirse. Los artistas fueron boicoteados por un sonido infame que se desplegó, entre otros delitos, con una ecualización punible. Por momentos la sonanta sonó a banjo y a guitarra acústica. Si al crimen del sonido le sumamos la decisión de que el grueso del concierto fuese acompañado por ¡tres guitarras! al mismo tiempo (maldita moda de meter bulla y decibelios para sugerir fuerza y talento), el resultado es un batiburrillo de cuerdas con aire de MIDI en el que no podemos juzgar a los pobres tocaores. Demasiado hicieron con acabar sin pedir la baja.
Cuando pensábamos que el baile iba a arreglar la noche, nuestro gozo al pozo. La estampa de la pareja con los balcones detrás era preciosa, pero a alguien se le ocurrió que era buena idea emplear la mitad del tiempo en bailar sevillanas. Esa brillante ocurrencia, el piano flamencoide (ese asunto ya no hay quien lo arregle), un repertorio con concesiones muy ligeritas, las luces, el humo, las poses de pie, los movimientos… Todo eso hizo que el espectáculo pareciera un programa de Canal Sur en Nochevieja.
Las ideas escénicas me temo que no tienen remedio, pero los aspectos técnicos, sí, así que esperamos con ansia que la Bienal ajuste las tuercas necesarias para que este tipo de propuestas tengan una factura decente. Queremos ver a los jóvenes, volver a ilusionarnos con la cantera. Y el Hotel Triana es un sitio inmejorable.
Pedro Lópeh para Flama
Ficha Artística
Al cante:
Elena de Morón
José Luis Pérez-Vera
Marián Fernández
Ismael de la Rosa “El Bola”
Al baile:
Juan Tomás de la Molía
Lucía La Bronce
A la guitarra:
Alba Espert
David de Arahal
Jesús Rodríguez
Dirección artística: Luis Ybarra
Producción: Planificación Escénica S.L
Espectáculo Financiado por Diputación de Sevilla