Relucieron algunas estrellas en el Potaje Gitano de Utrera 2019

El pasado sábado 29 de junio tuvo lugar el LXIII Potaje Gitano de Utrera. Nada más entrar por la puerta del patio de los Salesianos me encuentro a Ricardo Pachón al que aprecio por su persona y por su amplia dedicación al flamenco. Se merecería un homenaje porque tiene un baúl gigante de recuerdos, investigaciones y suspiros flamencos.
El patio estaba menos lleno que otros años y con un público con poca afición y sentido flamenco. Un patio lleno de gente que no les interesaba nada lo que estaba pasando en el escenario, hasta el mismo José Valencia tuvo que decir lo difícil que se lo estaban poniendo, porque es complicado cantar con sentimiento cuando no le interesa a nadie y oyendo un murmullo sin remate. Este cantaor es uno de los grandes, donde sin duda se le recordará dentro de las figuras más destacadas de esta época. El abuso en su capacidad vocal con una energía propia de un bárbaro sabiendo que tiene que evocar para expresarse con su voz y con su cuerpo: conmoción, piedad, ternura, tristeza, alegría y hasta compasión por ese público insensible que en su cierre por bulerías sin micrófono, retorciéndose, casi rompiéndose la camisa enmudeció a todo el mundo ganando heroicamente esa batalla.
Remedios Amaya fue la gran decepción, ya que no se enfrentó al toro como se merece. Insiste en colocar delante del micrófono a otras personas cuando estamos sedientos de su voz. Ella es una fiera que no quiere romper, lo hace en un cante pero si tiene que hacer un recital se coloca en un plano de simple ayudante al cante.
Llegó el momento para el homenajeado Raimundo con su banda donde nos sorprende con blues, él domina esos terrenos aunque antes ya dominaba el flamenco. Se acordó de su época de Pata Negra, de Camarón y terminó por fiesta por bulerías donde volvió a salir Remedios mientras le bailaba la Farruca, para darle entrada al que fue estrella de la noche, su hijo: El Farru. Relente de arte y seguridad en su lenguaje con guitarra de Román Vicenti y el cante de Antonio Villar, no hacía falta más, rebosó el escenario con su señorío y autoridad.
Antes de subir la familia Amador me dijo uno de los hermanos «¡A ver como levantamos esto ahora!» Artistas que son buena gente donde ellos mismos decían junto al genial Bobote «¡pa ser artista hay que ser buena gente!» Y así lo demostraron, dejaron un escenario lleno de elegancia, sabiduría y cariño.
Imágenes y texto: La Bronce