Patricia Guerrero conquista El Generalife como directora del Ballet Flamenco de Andalucía
Después de pasar unos de los días más calurosos del verano, vuelve la cita anual de cada agosto, como anunciando que todavía quedan varias semanas, para refrescar las noches con Lorca y Granada en los Jardines del Generalife y la producción Pineda – Romance popular en tres estampas, para que sintamos el sol abrasante en las cuestas del Albayzín durante el día. De este barrio salió la nueva directora del Ballet Flamenco de Andalucía, y cada ventada dirigida hacia la Alhambra podrá alumbrar a su paisana. Después del largo camino que ha tenido Patricia Guerrero hasta llegar al monte de enfrente, a tiro de piedra se podría decir, habiendo dado la vuelta al mundo varias veces por los mejores escenarios.
A cinco minutos del comienzo, se sitúan sobre el escenario tres grupos de mujeres mayores sentadas en semicírculos con claveles en las manos, hablando entre sí en clave de confianza y calidez. Embriagan la expectativa del espectáculo con un aroma de tiernas e inocentes caricias de verano, sonrisas cómplices y guiños sagrados. No quisiera que este momento acabara. Entre el pasado y lo que está por llegar, la espera sabe dulce y cariñosa.
El elenco nombra sin rodeos las palabras libertad, ley e igualdad como guía del camino que vamos a empezar juntos. Majestuosa se presenta seguidamente Patricia. Quieta y segura en su quietud, sin alarde ni devoción, dejando que el ruido de los demás envuelva absorto en movimientos, un ritmo marcado por golpes y agarres. La dramaturgia entre Alfonso Losa y Eduardo Leal es clara y sublime. Se agradece un ritmo pausado en acciones y comprensible que deja espacio a la expresión dancística de los once bailaores que componen el cuerpo de baile inicial.
No escatima en generosidad. En la siguiente escena, Patricia se muestra desnuda de efectos escénicos y fuegos artificiales. Sus movimientos parecen fáciles, gráciles y con aquel que sé yo, hipnotiza.
Un montaje donde parece que cada protagonista haya estado desarrollando el personaje durante toda su carrera. La imagen de terrateniente de Alfonso, el fugitivo bandolero Eduardo y la finura y elegante fuerza de Patricia. Explotan de manera pertinente los recursos escénicos y económicos con un elenco de músicos de primerísima calidad que dotan al espectáculo de una envoltura de fino oro.
Incansable aplauso, sincero y agradecido para la albaicinera que ha llegado a uno de los mejores escenarios, donde cualquier neófito sueña desde su ventana poder subirse a estas tablas.
Fotos: AAIICC