Mayte Martín convocó el placer del reconocimiento en el Teatro de la Maestranza
Una voz privilegiada y tres músicos excelentes, es todo lo que Mayte Martín necesita para removernos las entretelas de la memoria y suscitar el placer del reconocimiento, hasta subyugarnos con un recorrido de grandes temas de estilos muy diferentes, aunque todos ellos con el denominador común de un brutal potencial emotivo que, como era de esperar, ella exprime con la sabiduría y el dominio que la caracteriza.
Pudimos sentirlo desde el primer tema, ese ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra que Mayte Martín aborda con un auténtico torrente de pasión, elevando con valentía las notas altas hasta cotas que a la misma Violeta Parra la hubieran hecho temblar. En ‘Lucía’, sin embargo, la canción de Juan Manuel Serrat que eligió como segundo tema, lo que llevó a extremos insospechados fueron las notas bajas, hasta imprimirle una impronta intimista con la que su voz se tornó dulce, aunque no por ello menos poderosa.
Y qué decir de ‘Te recuerdo Amanda’, con la que la artista catalana hace gala de su amplio registro y capacidad para transmitir emociones. No en vano ella es una de las grandes del cante flamenco, un género al que, además de cantar bien, con una voz afinada y un timbre singular, se le exige ser capaz de convocar todo un torrente de pasión y lirismo.
‘Tatuaje’ no incluye ningún tema flamenco, aquí Mayte Martín ha querido dar rienda suelta a su espíritu de artista libre, algo que ha hecho desde el principio de su carrera cultivando otros géneros musicales, como la chanson, la bossa, el tango, la canción latina e incluso la copla. Todos ellos se encuentran en este nuevo disco y se vuelcan en una relación de temas universales que -salvo ‘En la imaginación’ de Marta Valdés- de alguna manera forman o han formado parte de nuestras vidas y los tenemos grabados en la memoria. De ahí el título del disco: ‘Tatuajes’
Así, tras el clásico de Víctor Jara pudimos seguir revolcándonos de lleno en el placer del reconocimiento con la hermosura de ‘Amore Mio’ de Gina Basso y Bruno Canfora, la conmovedora ‘Alfonsina y el mar’ de Mercedes Sosa, el impactante ‘Porque vas a venir’ de Guzmán y Velasco, y las excelsas composiciones de Manuel Alejandro ‘Procuro Olvidarte’ y ‘A que no te vas’ que popularizaran Bambino y Rocío Jurado, respectivamente.
Mayte, con su sensibilidad y dominio técnico se llevó a su terreno todas esas canciones y en su interpretación, salpicada de silencios, alcanzaron un alto poder de sugestión y magnetismo. Algo que llegó a su culmen en ‘El breve espacio que no está’ de Pablo Milanés, ‘Ne me quite pass’ de Jacques Brel y ‘Eu sei que vou te amar’ de Vinicius de Moraes. Estas dos últimas canciones, por cierto, al igual que ‘Amore Mio’, las cantó en su idioma original y nos sorprendió con una perfecta dicción. Al igual que supuso toda una sorpresa su versión de ‘Lía’, la canción de José María Cano que Mayte Martín nos clavó directamente en el corazón como un dardo envenenado de amor.
A esas alturas, el público, que no había parado de aplaudir efusivamente al final de cada tema, estaba totalmente entregado a la artista, a quien le dedicó una ovación final antológica. Y aun así ella se hizo de rogar en el bis. Pero mereció la pena esperar, porque Mayte nos despidió con un auténtico regalo: una copla que todos tenemos tatuadas en el alma, ‘La bien pagá’, que ella preñó de melismas cantándola con el acento andaluz que se merece.
Claro que todo ello no hubiera sido posible, tal y como ella misma reconoció sobre el escenario, sin los arreglos y el toque de piano de Nelsa Baró, la batería de Vicens Soler y el Contrabajo de Guillermo Prats, tres excelentes músicos, que alcanzaron un alto de grado de complicidad y compenetración con la cantante, a quienes se unió el violinista Biel Graells como músico invitado.
Lola Pantoja para Flama