Israel Fernández, cuando lo antiguo se convierte moderno
Israel Fernández (Corral de Almaguer, Toledo; 1989) levanta pasiones. Ha sido un revulsivo en los últimos años del flamenco. Un cantaor con mucha personalidad y una imagen retro muy peculiar que, junto a su eco y metal, han conseguido forjar una nueva esperanza en el horizonte del cante por derecho. Era curioso observar la expectación en los preámbulos del recital, en el Cartuja Center Cite, sede de la Bienal de Flamenco de Sevilla 2022.
Se podía ver mucha gente joven, modernos, mediana edad… pero también había muchos mayores… parece ser debido a la genialidad del artista que nos reunió en la Cartuja. La autenticidad no tiene edad, y cuando se va por derecho, parece que brota la afición. Hay que decir que el toledano se ha rodeado de jerezanos… y así comenzó el espectáculo. Mu de Jeré. Nudillos en la mesa, al compás de la tierra, y un Israel volcado en su cante, interpretando Los Cuatro Muleros, la canción popular que García Lorca recuperó en sus colecciones, y que Pepe Marchena descubrió para el mundo del flamenco. Realmente, la voz de Israel tiene el metal gitano pero agudo, que son las grandes voces del flamenco. Como la misma Niña de los Peines.
Aires de Levante, romance… y se metió por soleá, junto a Diego del Morao. Un cante pausado, todo con un compás muy marcado y unos tiempos que daban lugar a disfrutar, sin prisa. En algunos momentos se denotaban aires camaroneros… una voz muy versátil y con muchas posibilidades.
Después de los tientos, solo de guitarra de Diego del Morao por bulerías de la tierra. Con acompañamiento de palmas y el cajón de Ané Carrasco. Arte jerezano.
A más de uno nos sorprendió cuando Israel regresó al escenario para interpretar el popular Vino Amargo de Farina acompañándose al piano. Otro referente que hizo las delicias del público. Con mucho gusto y sentimiento.
Pero, a mi entender, el estilo que mejor interpretó, por sus facultades, fue la guajira. Algo excepcional. Volvemos a la reflexión de la voz gitana de Israel, la cual, a pesar del metal, es aguda, lo que le permite esa versatilidad y capacidades. Hasta el punto de pasar de un registro camaronero a otro marchenero… ya que en la guajira se salió… ante lo que el público se rindió en olés y aplausos. Siguieron unas siguiriyas muy emotivas, soberbias, con aires de Antonio Mairena, lo que volvió a mostrar las capacidades de este gran cantaor que se ha convertido, en los últimos años, en una realidad para el cante jondo. Cuando lo antiguo se vuelve a poner de moda se denomina clásico, que es un adjetivo que califica perfectamente lo que pudimos escuchar anoche en la Cartuja.
Hacia el final del espectáculo tuvo un detalle muy bonito, que fue dedicar las bulerías al público joven, «con permiso de los mayores». Para luego dedicar unos fandangos a los mayores, «con permiso de los jóvenes». Muestra del público tan variopinto que Israel Fernández es capaz de conciliar, con diferentes gustos y posiciones ante el flamenco contemporáneo, todo un clásico.
Isidoro Cascajo de la Barrera-Caro
Reportaje gráfico: Claudia Ruiz Caro
tiene 200 año de cante encima,es un fenomenal cantaor sin perder la esencia…