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Gerardo Núñez reinventa el flamenco sinfónico en los Veranos de la Villa de Madrid 2018

9 julio, 2018

El auditorio al aire libre Pilar García Peña registró un lleno hasta la bandera el pasado 6 de julio, expectante de un concierto muy especial programado por los Veranos de la Villa de Madrid 2018, el maestro tocaor Gerardo Núñez.

Como una vela de un barco expuesta al viento, la arquitectura del auditorio nos dejó entrever cómo las últimas horas de la tarde se daban a la fuga y pareciera que la Banda Sinfónica Municipal de Madrid entregara sus notas a ese cielo madrileño en ese momento idóneo de cambio cromático que da paso a la luna. Nos reciben con Sinfonía Sevillana, OP. 23, Fiesta de San Juan de Aznalfarache, de Joaquin Turina.

Con los primeros fraseos musicales del segundo tema de la sinfónica y la entrada en escena de la racial bailaora envuelta en su mantón, entramos de lleno en una danza ritual, La Danza ritual del fuego. En donde el fuego emulado por los flecos y el temperamental movimiento de la ‘hechicera’ Carmen Cortés nos iniciamos en la flamencura ya contenida en el ballet del Amor Brujo que fue creado por Manuel de Falla a principios del s. XX, incentivado por la gran Pastora Imperio.

Es en el tercer tema cuando el guitarrista jerezano Gerardo Núñez sale a escena y nos ofrece un pasodoble, Trebujena, dedicado al pueblo gaditano que tiene este nombre, del que Fernando Sancho ha escrito la orquestación. Pareciera que la Sinfónica acompaña una faena taurina, mientras que en un imaginario tendido Carmen Cortés y Antonio Carbonell jalean con sus olés hacia el público. En ocasiones, y en solitario, la guitarra se refugia en lo íntimo, como haciendo una lectura de respeto a la grandeza de la fiesta. Suena a Mediterráneo, a banda sonora de película de Fellini, a pueblo, a festejo y también a lo místico.

Salen los flamencos de la escena para dar paso a una espectacular interpretación dirigida por el entregado maestro Rafael Sanz-Espert,  Orgía, la tercera de las Danzas Fantásticas que Joaquín Turina escribió en 1919 para piano inspirándose en la novela La orgía, de José Mas, en esta ocasión transcrita por Sanz-Espert.

Y llego la soleá de Carmen Cortés, la coreógrafa da fe de la sobriedad que requiere este baile, busca las líneas la escucha del cante. Un cante de Antonio Carbonell que contiene en su timbre afinado y que recuerda a lo añejo, su sello propio algo que junto a los movimientos de la bailaora denotan estar ante un cuadro que se adentra en el mundo flamenco en donde se valora lo personal y la autenticidad.

El saxo de Kike Perdomo, junto a la percusión de Ángel Sánchez Cepillo, y la guitarra de Núñez impulsan un fluir de musicalidad que baña una coreografía basada en el gesto, en la tradición estructural que requiere este estilo y que denota el gusto de Carmen Cortés por llegar a la raíz del flamenco.

Gerardo Núñez y su grupo flamenco junto a la Banda Sinfónica nos meten en un juego rítmico por tanguillos llamado Puente de los alunados. Tema perteneciente al disco de El Gallo Azul y que suena en mi memoria casi como un himno.

Con el latir de un cajón de un grande, Cepillo, que saca de su pulsación en la madera un mundo lleno de intenciones percusivas, de esas que vienen de infinitas horas de escucha, sobre las tablas y una gran pasión por los ritmos. Los tanguillos se sostienen por su parte rítmica que en este tema y como motor conduce Ángel Sánchez con su maestría y que, junto al maestro Sanz-Espert que se entrega sin medida, los arreglos de Kike Perdomo y las adaptaciones para la Banda Sinfónica de Azael Tormo, hacen que toda la Sinfónica suene a salinas, a Cádiz.

El cantaor madrileño Antonio Carbonell cantó con su sello, las letras flamencas por tangos de el tema Marqués de Porrina. Tangos pertenecientes al disco Juncal  y creado por Gerardo Núñez como homenaje a el cantaor extremeño José Salazar Molina, conocido artísticamente como Porrina de Badajoz (1924-1977).

Cerró este Flamenco Sinfónico un Vals flamenco, que se mece en un ritmo por bulerías, llamado Sevilla, de su disco Logos, que compartió con Ulf Wakenius y Cepillo, designado por la prestigiosa revista World Music Central como el Mejor Álbum de 2016 dentro de la rama de músicas del mundo. En donde reaparece la bailaora con un original vestido de cola para bailar una parte con letras y ritmos  abandolaos y de bulería.

Tras la ovación del público, un regalo más, Habana, de este mismo disco y que extrae esencia del tema de La Habana a oscuras, de Andando el tiempo. Así remata este propósito ya hecho realidad del compositor y guitarrista jerezano de adaptar sus composiciones a la instrumentación propia de una banda sinfónica, sin dejar de lado los elementos que componen su cuadro flamenco. Este esfuerzo sin duda contribuye a el crecimiento y expansión de la guitarra flamenca.

Begoña Castro para Flama

Fotografías y vídeos, Manuel García

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