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Flamenco Madrid 2022 clausura con un homenaje a Camarón en boca de Remedios Amaya, Montse Cortés, La Kaita y La Fabi

31 mayo, 2022

Pocas veces se siente tan latente la emoción contenida del público antes de empezar un espectáculo. La fila se hacía infinita en el pasillo del Teatro Fernán Gómez, y entre los asistentes, que casi llenan la platea, se sentía una mezcla de tensión y expectativa que colmaba el ambiente. Y es que no era una noche cualquiera. Además de ser la última noche del Festival Flamenco Madrid 2022, era la noche del estreno de uno de los carteles más esperados de todo el evento… la noche en que las mujeres -¡y qué mujeres!- le cantarían al mito a 30 años de su partida.

Se abría el telón y un respiro contenido salía por fin. Imponentes, poderosas y divinas, arrancaban cantando a voz en cuello las cuatro estrellas de la noche. Como el agua nos llegaba al alma cada letra que iba haciendo cada una a su tiempo, intercalando la polifonía de sus estilos tan distintos y profundos.

Le cantaban con vehemencia, con respeto y con entrega absoluta. Empezaba la Fabi, fiel a la letra, seguida de Remedios Amaya, que le compuso versos propios, recordando sus ojos y sus orígenes, luego, el turno de Montse Cortés, que hacía otros conocidos tangos del genio y cerraba la voz sangrante de la Kaíta, a quien le bastó solo un verso para cosechar todos los oles.

Ojalá esos siete minutos hubieran marcado la noche entera

Pasó el momento de éxtasis en el que las cuatro energías, cual vendavales que arremetían a su tiempo por cada punto cardinal y todos juntos, te elevaban al encuentro con el espíritu del más grande cantaor. Sensación parecida a cuando pasa la tormenta, pero queda la llovizna. Preciosa, eso sí, pero cuando tus adentros se agitaron ya con las breves luces una exquisita tormenta, cualquier llovizna te sabe a poco.

En un esquema muy bien marcado, fueron alternando de este a oeste, cantaoras y guitarristas, a turnos fijos y sin mucha sorpresa.

Arrancó Montse, con un baturrillo de tangos muy bien elegidos e interpretados magistralmente, como sabe bien hacer. Es que ella misma provoca un laberinto de pasiones con esa voz tan dulce y personal, que le cantan al amor casi como un arrullo… como lo hacía José.

Contrastando, llegaba la Kaíta firme hasta su sitio marcado, con camisa de lunares y su cante salvaje hecho bulerías. Se confesó nerviosa, pero luego cantó y bailó como sólo ella puede. Piel erizada de quienes gustamos de esas entregas tan absolutas que rompen escalas y protocolos.

Sin pausa, los guitarristas – los señores guitarristas, Jony Jiménez y Juan Vargas – se dirigieron luego hasta el centro del escenario, para hacernos volar entre sus cuerdas. Magistrales.

En seguida y continuando con el orden del guion, salía la Fabi, espléndida y llena de emoción, porque como ella misma confesaba, no estaría allí cantando de no ser por Camarón, y cual de un diálogo se tratara, saltaba a cantarle cara a cara a la gigante imagen del genio retratado por Paco Manzano que parecía escucharla con los ojos cerrados y la humildad que era su sello.

Emocionante la Fabi, artista en cada movimiento, en cada quejío, se llevó ovaciones y piropos muy bien merecidos.

Turno de Remedios. Suspiro. Es que a Remedios hay que quererla, porque no se puede hacer otra cosa. Con su soltura al hablar, le dedicaba las palabras iniciales al cantaor gitano flamenco y se confesaba camaronera hasta que muera. Contó, orgullosa, que conocerlo en persona confirmaba lo que era el hombre más allá del cantaor: una persona maravillosa, muy humilde, muy humano, muy nombre, muy gitano y muy artista. Casi ná.

Arrancó por tarantas, y luego se paseó por donde le iba naciendo del corazón. La seguimos todos, guitarristas incluidos, porque era una barca que ella manejaba sola y sólo tocaba seguirla, con el cariño de siempre.

Hacia el final, esperábamos otra tormenta camaronera con más truenos todavía. Listas teníamos las carnes para el vendaval, y llegó una lluvia en forma de bulerías, con versos arrebatados por momentos, comprensibles por la emoción que seguramente les ha significado a ellas mismas el rendir este tributo a ‘ese’ que nos causa mareas de sentimientos.

Fin de fiesta entre todas y fin de un esperado concierto para el que algunos habíamos preparado suficientes pañuelos, sospechando que “los lloros” llegarían a raudales, pero que al final no llegamos a usar.

Paula Y. Valdez para Flama
Fotos: Flamenco Madrid 2022

 

 

 

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