Esperanza Garrido gana el primer premio del Concurso Internacional Saeta de Oro

Cada año se supera, ahora nos encontramos en la Iglesia del Convento de San Jerónimo, una joya del renacimiento español en donde se presenta su más preciada Virgen de la Inmaculada Concepción. La fase Final del Concurso Internacional de la Saeta de Oro en su XI edición, también retransmitida por la televisión local de Granada TG7.
Todavía con el aire removido, después de tanto discurso político leído, donde casi que faltó la pregunta “¿me prestas un sentimiento?”, Esperanza Garrido se entona en tesitura media, ni alta ni baja. Resuena su voz con templanza, hace callar los pensamientos dispersos y centra la atención del público asistente en cada tercio que da. Sorprende con giros melódicos inesperados en una subida constante. Le siguió Manuel Cuevas de Osuna, quien comenzó después con unos vibratos personales como introducción con las siguientes palabras:
Tú eres rosa de pasión
Que por tu hijo te abriste
Por él pasaste el dolor…
Y ahora lo ven en prisión…
A las puertas de la Semana Santa estamos. El saetero Jesús León sorprendió con un calmado silencio antes de empezar, aquel silencio que hay que saber escuchar para poder adentrarse en la música. Continuó con unos vibratos comedidos y unas sílabas largas que dejaban espacio para recoger nuevas ovaciones. Su ritmo fue exquisito y delicado. Su cambio generoso. No dio lugar a pensamientos impuros. Con su voz pudimos entrar en la mera contemplación del presente, como si de un cuadro de Anselm Kiefer se tratara. La voz de la siguiente participante, Aroa Cala, fue más dada a un lento péndulo que se mecía en intensidad.
La delicadeza se antepuso a la fuerza en esta XI edición del concurso. De nuevo como un péndulo, buscó esta vez con una voz más aterciopelada el vaivén de la melodía el granaíno Antonio Fernández. Con sus dos intervenciones consiguió el tercer premio. Como contraste en fuerza y potencia, la voz de Miguel Lara El Canario terminó la primera ronda. El nivel de los concursantes mostró ser tan alto como variado en timbres de voz en esta edición. La voz del sevillano resonó sin contemplación por cada rincón del templo:
Te pudiste haber librado
del martirio y la crueldad
pero elegiste morir
para salvar la humanidad
En la segunda ronda siempre se intenta subir la intensidad, lo cual es contradictorio en un contexto devocional. ¿Acaso la intensidad de la fe debe de ser buscada? ¿No premia Dios la ausencia de gula? Por ello, la querencia debe de ser disimulada. Como en un cortejo, la intensidad tiene que surgir de forma natural. Si es demasiado buscada, espanta al ser deseado. Por ello suponemos que Manuel Cuevas fue con templanza en su interior, buscando una subida hasta llegar a su máximo potencial de voz.
Jesús León se volvió a enroscar en sus silencios para salir de ellos con elegancia y sin dudar al subir los peldaños de la escalera, para subir al madero, para quitarle aquellos clavos a Jesús El Nazareno. Con ello se llevó el segundo premio de la noche. En cambio, El Canario fue más limpio y delicado en su segunda ronda. Sus notas largas contrastaron con un control exhaustivo en sus giros melódicos. Su dinámica le dio tan solo el accésit en los premios, pero dejó una extraordinaria impresión en el público. Como nuevo estandarte del cante por excelencia de Granada, saetera, flamenca y lo que le pongan, Esperanza Garrido se llevó el primer premio, muy merecido.