El artista valenciano Emilio Ochando presentó el pasado 31 de mayo su segundo trabajo coreográfico, Siroco, dentro de la programación del festival Flamenco Madrid 2018. El talento del coreógrafo se refleja en su apuesta por combinar la Danza Española y el Flamenco, que ambas vayan de la mano. Así Ochando pone en cada pieza que forma su obra, el lenguaje a su modo de ver necesario, para expresar sus ideas y que llegue a los sentidos del espectador.

En cada puesta en escena de los bailarines, se puede ver la riqueza dancística sobre Danza Española y Flamenco que poseen y que gracias al esfuerzo de tantos maestros e investigadores sobre la danza y tradición española, aún siguen ofreciendo a futuras promesas del baile en los conservatorios, donde también se formó el director de esta compañía desde su infancia.

José Alarcón, Juan Berlanga, José A. Capel también dan fuerza a estas formas y estilos que aborda Ochando, con secuencias rítmicas acompasadas, con diversidad de giros, ofreciendo una gran técnica en varias ocasiones ovacionada por el público asistente.

El dominio de la zapatilla y de los palillos muestra esa complejidad que reside en la escuela bolera y que en esta ocasión opta el coreógrafo por ponerla al servicio de un cante de raíz como es el cante de la caña. Además introduce elementos como el abanico, el mantón o la bata de cola, que tanto vínculo tuvo siempre a la figura de la mujer en el baile; y que desde hace unos años son los hombres los que en ocasiones quieren exponer sus movimientos en dialogo con dichos elementos.

El creador de Siroco también siente la necesidad de echar a un lado los tabúes y centrarse en expresar como expresaría su aire, su viento y dejar atrás los limites.

Siroco comienza con una imagen a forma de zoom de varias piernas, el sonido de pasos que caminan, se desplazan, cada uno en su ímpetu, en su inquietud de ir o de pasear o de quedarse. Así empieza la propuesta que el bailaor, bailarín y coreógrafo Emilio Ochando trae al Festival Flamenco de Madrid 2018.

Después serán un juego sonoro y visual de las manos de todo el elenco que le acompaña, con un nuevo pero no último zoom, que nos enfoca como si quisiera destacar y facilitar donde reside lo poético del momento.

El sonido del cuerpo buscando y jugando con ritmos hasta que aparece lo melódico.

Tres músicos aparecen en escena. Los sevillanos Daniel Jurado, a la guitarra, y José y Maka Ibáñez, voces y percusión, componentes del dúo Makarines. A modo de banda sonora, empujan y cuentan  una hora llena de viveza, de equilibrios y desequilibrios buscados, que provocan variedad de brisas, que confluyen en un huracán y nos conducen por continuas e inquietantes ráfagas de viento dancístico.

Figuras que se agrupan, se alinean, se quedan en solitario, con los abanicos creando aires y desaires, mantones que arrasan con eternos quiebros de cintura, que se intercambian de manos, posibilidades del vuelo, del movimiento una y otra vez del agitar de los flecos. Batas de tierra removidas, lanzadas, posadas y en giro.

Tanguillos, jaleos, bulerías, caña, sevillanas… son algunos de los acompasados ritmos, tocados y cantados como excelentes impulsores y que junto a los ambientes que crea la luz del espectáculo de este viento tan personal creado por Emilio Ochando, en alto pone el vuelo, el trabajo de todos los componentes de Siroco.

…y el viento mueve el velero…sonidos me llegan de lejos…
…sopla viento en la azotea…se libera el corazón…

Siroco: Viento cálido y seco que sopla desde el norte de África hacia el Mediterráneo central, siendo un viento huracanado.

Begoña Castro para Flama