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El surrealismo reverencial de Úrsula López

19 septiembre, 2024

En la obra de  Federico García Lorca hay un vínculo evidente con el flamenco. Los textos del insigne poeta y dramaturgo granadino han inspirado un considerable número de espectáculos flamencos, tantos que pareciera que la obra del poeta estuviera ya esquilmada. Pero no tenemos nada más que echarle un vistazo a esta nueva edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla para constatar lo contrario.

Pudimos apreciarlo en el espectáculo de Miguel Poveda, que gira en torno a ‘El Poema del Cante Jondo’ y la conferencia ‘Teoría y juego del duende’. Y tenemos otro claro ejemplo en ‘Pineda’, el primer espectáculo de Patricia Guerrero a cargo del Ballet Flamenco de Andalucía. Y también lo corroboramos en la obra que Úrsula López que presentó el pasado miércoles 18 en el Teatro Central: ‘La Comedia sin Título’,  que como su nombre indica se inspira en esa última obra de García Lorca que por desgracia quedó inconclusa, debido a su cruel asesinato.

Úrsula parte de una anotación que García Lorca iba a incluir en el último acto: Arcángeles, vestidos de faralaes ascienden a los cielos. Pero en realidad, más que pretender escenificar la obra original, este ballet se propone homenajear a unas cuantas figuras significativas del baile flamenco que también se inspiraron en Lorca para sus coreografías. Figuras como Vicente Escudero, Antonio Ruiz Soler, Manuela Vargas. Antonio Gades, Farruco El Güito o Mario Maya. Además de algunos coreógrafos de danza contemporánea, como José Limón, Lester Horton, o Mats EK.

La idea de Pedro G. Romero, responsable también del guion, es tan ambiciosa como compleja, y debido a su carácter fragmentario corre el riesgo de no alcanzar el clímax emocional y pasional que el flamenco tiene el poder de desatar. Pero las diferentes coreografías se ensamblan con fluidez delimitando una hermosa sucesión de números corales e individuales que enmarcan un amplio periodo histórico (desde la muerte del poeta hasta la de Franco). Una gama de coreografías muy diferentes, aunque con el denominador común del universo lorquiano, reforzado con algunos recitados con los que Tomás de Perrate nos sorprende con una perfecta dicción y la hondura dramática justa para pellizcarnos.

Los bailaores, que en esta ocasión tienen un mayor protagonismo que las bailaoras, nos regalan algunas piezas de baile cargadas de nostalgia que nos atraviesan el alma, como la soleá del Güito con la Federico Nuñez se llevó una buena ovación, o esa otra soleá con la que Manuel Jimenez rememora el baile de Farruco, o la chispeante petenera que borda Iván Orellana. Pero las bailaoras, aunque en menor medida, también se lucen con un baile que desprende sensualidad y pasión en los números corales, como la seguiriya del principio o las alegrías y los tangos finales que rinden tributo al ‘Camelamos Naquerar’ de Mario Maya. Todo ello acompañado por las brillantes sonantas de Pau Vallet y Juanma Torres, el cante esplendoroso de Tomás de Perrate y Sebastián Cruz, la deliciosa percusión de Antonio Moreno y el magnífico toque de saxo de Luis González, que salpicó de luz algunas escenas que remiten al folclore.

La puesta en escena, en la que se nota la mano de la coreógrafa de danza contemporánea Luz Arcas, reproduce una atmósfera en la que se masca la tragedia. El vestuario se decanta por el negro, la iluminación es tenebrosa y el repertorio eleva a primer plano la capacidad catártica del flamenco con sus cantes más jondos: seguiriya, martinete soleá y saeta. Aunque este último palo adquiere tintes espectaculares cuando Úrsula, con una hermosa bata de cola roja que reta al luto, nos regala una pieza de baile memorable.

Se trata de una magnífica producción, un ballet complejo, intenso y rico en detalles con un formato muy difícil de asumir para una compañía privada. Claro que, en sus inicios, esta nueva obra de Úrsula López estaba destinada a completar la trilogía que ella puso en marcha cuando dirigía el Ballet Flamenco de Andalucía. Quizás lo más fácil, o incluso lo más sensato hubiera sido abandonar el proyecto. En los tiempos que corren cuesta mucho llevar de gira a un cuerpo de baile de cuatro bailaoras y cuatro bailaores, además de los seis músicos. Pero a la bailaora y coreógrafa cordobesa le sobran arrestos y espíritu creativo, para eso y para más.

Lola Pantoja para Flama
Archivo Fotográfico de La Bienal de Flamenco / ©Laura León

 

 

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