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El Pele, mucho mejor que una máquina, en la Peña La Platería

28 enero, 2025

Con traje negro cruzado y camiseta negra, fresco y elegante, como su habitual gorra Kangol hacia atrás, Manuel Moreno Maya, El Pele, se presentó el pasado sábado en la Peña La Platería de Granada. Este cantaor siempre ha sido moderno, incluso antes de que se usase esta palabra, que parece dejar atrás la tradición. Pero El Pele respira el momento presente, nunca ha repetido dos veces el mismo verso de la misma forma, con la misma entonación. Buscando la inspiración de la noche, se sienta y comenta, antes de entonar en unos versos libres “vente conmigo a Graná”, unas palabras por el flamenco y nuestra presencia: “Lo importante es que todavía estamos aquí luchando por algo en lo que creemos y amamos.”

Su afición no se pudo contener en la intimidad del Salón del Cante, los oles y los jaleos de las personas presentes respondieron al cante y al toque que no pararon de pellizcar desde el primer momento. En estos momentos, la guerra que llevamos cada uno dentro de nosotros nos pide que bajemos las armas, dejando a un lado la lucha diaria, para dejarnos mecer como un niño por la cultura con mayúsculas.

“Es más difícil saber escuchar que saber cantar” comenta El Pele, soltando perlas en verso y prosa desde que pisó el escenario. En este caso, lo que sería difícil, y un pecado, es no saber escucharle. Después de la malagueña y verdial, dedicada a un estandarte de la guitarra que lamentablemente nos dejó recientemente, Miguel Ochando, pasó a sentar cátedra con un poquito por soleá.

Dices que no me puedes ver
Yo a ti no te tengo que dar ninguna
Porque yo con tu querer
No tengo hecha escrituras

Continúa el bálsamo para el verdadero aficionado del flamenco, que no es de Kombucha ni de sales minerales del Himalaya, sino de un cante por seguiriyas con una guitarra con unos bordones negros, constantes en su ritmo, acomodados siempre a la voz. El Niño Seve, exquisito en cada pulsación, con cada rasgueo remonta mejor si cabe los finales que no queremos que acaben.

Después se salen del guion establecido, el cual era inexistente desde el principio. Como dijo al comienzo El Pele, “No sé cómo voy a estar, porque esto no es como una máquina que se le echa una moneda y echa a andar”. En fin, después de la seguiriya se acordó de cómo Enrique Morente le decía Carabomba en un viaje a Nueva York y le pedía que le repitiese una letra por seguiriyas que a continuación entonó con la destreza habitual, con la letra de Isidro Muñoz.

Alegrías también trajo, porque el flamenco pasa por todos los sentimientos, y la alegría puede ser igual de profunda que los sentimientos de duelo. Finaliza con unos fandangos.

Qué frío tengo abuelo
Me dijo a mí mi nieto
Déjame un ratito más en la cama.
Tú no ves que está lloviendo,
Deja el colegio pá mañana

Pablo Giménez para Flama

 

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