David Palomar airea el Auditorio Nacional en el ciclo Andalucía Flamenca
El cantaor gaditano David Palomar presentó el día 8 de marzo Los colores del sur en la sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid dentro del ciclo Andalucía Flamenca. El cantaor entra en escena con su grupo: Rafael Rodríguez (guitarra), Anabel Rivera y Roberto Jaén (palmas y coros) al que el público ya expectante, recibe con un fuerte aplauso.
«Es un placer venir a Madrid donde hay tanta gente aficionada a la música. Como yo vengo de Cádiz, qué mejor que empezar por alegrías», comentó cal cantaor. Palomar pareciera bailar en la silla sus propios acentos, remataba los tercios con su cuerpo, sus pies y manos dibujaban un alegre pasear por Cádiz camino de La Caleta. Las palmas, coros y guitarra le recogen en brazos, sin adornos, sencillez mecida, pero como se mece en Cádiz estos cantes por cantiñas que envejece para darle sabor, el joven cantaor gaditano.
«Que es lo que tiene Cádiz con sus alegrías que levanta el vello. Sin duda alguna». Cuentan-cantan los coros.
Palomar sigue con el palique gaditanísimo: «Mi cante bebe de la escuela gaditana del cante. Cante mas meloso, un cante más de decirlo en vez de gritarlo. El flamenco es maravilloso nunca se va a acabar de crear y con todo mi respeto voy a dedicarle los cantes a cantaores de mi tierra. Voy a seguir con unos tangos caleteros que creo Pedro Bancalero, El Niño del Mentidero».
El soniquete del inicio de la guitarra de cante con su melodía unos tangos casi tientos que se arrastran por el compás y ralentizan cada frase para que toquemos con los oídos el aire moruno que llega de vez en cuando a orillas gaditanas.
«Estos tangos caleteros nacieron del corazón… Tiritritantran tran tran tran ay Perla mía yo no me puedo olvidar».
Le toca ahora a la siguiriya. La guitarra introduce inquieta las tonalidades de este cante, para después reposarse cuando Palomar entra su ayeos. Así lo templa, cante de queja y que el gaditano lo pelea lo recoge con sus puños como encogiéndose haciéndose pequeño, para con sensibilidad rematarlo grande y añejo. Nos introduce el cantaor ahora en la «Malagueña de Enrique el Mellizo estilo de malagueña de Cádiz que fue uno de los patriarcas que habló de cómo tienen que ser los estilos del cante».
«Viva Madrid que es la corte y viva Málaga la bella y para puerto bonito, Zaragoza y Cartagena…», jaleaba David acompañando a su cante. «Yo tengo una gran fortuna de poder disfrutar del maestro Rafael Rodríguez quiero pediros un fuerte aplauso. Una bulería del maestro que se llama ‘Locura de amor’ y lo vamos a enchapelar como dice la jerga marinera en Cádiz con un tema de Chavela Vargas».
Despacito al golpe entran los dos por bulerías que parecieran contar un romance… «loca, loca, loca que pena por dios…». Palomar levita en su silla y Rodríguez enmudece su sonido sin perder el soniquetazo que cuenta esta locura de amor. Yo la quería más que a mi vida, se levanta el cantaor y levanta sus brazos repiqueteando sus pitos… «donde estas corazón no oigo tu palpitar… Es tan grande el dolor que no puedo llorar y llorar pareciera», Palomar interpreta y vive su cante. Es el turno de un sólo de guitarra de Rafael Rodríguez más conocido como El Cabeza.
«Zambra a mis padres me voy del micro porque el sonido será más puro». Nos anuncia el interprete sevillano. Un sólo de guitarra generoso que nos mete como en un sueño. La llamada al rezo de su guitarra nos adentra en una mezquita que después pareciera rematarse con una danza basada en amor apasionado y verdadero.
La guitarra abandona las tablas y entra el cante con sus palmeros y aquí entra la comedia contenida en el arte gaditano, caracoles que son bailaos, contaos y cantaos, por el gaditano que arranca un pañuelo de su bolsillo y con el en la mano remata por to lo alto.
«Si no conocéis los carnavales de Cádiz tenéis que oírlos, esos sí son cantes canallas (risas), pero ahora voy a hacer un cante de la picaresca, tangos por Cádiz que hacia Chano Lobato, que mezclaba garrotín, los tangos del Piyayo y de Triana… pícaros, que digo yo que no es malo ser travieso». Termina el popurrí de estilos como todos bailando con mucho arte.
«Vamos a hacer unas joyitas, una ristra de tanguillos de Cádiz. Vamos a transportarnos a la plaza de abastos con una copita de manzanilla y un plato de erizos…». Con esta visualización nos llevaron los cuatro artistas los corazones a galope, entre trabalenguas y percusiones con la voz. Sin duda este cuarteto capitaneado por David Palomar nos ha embriagado con su Cádiz; y ya llenitos de salitre sólo nos queda despertar con una ola rota sobre la cara, del mar de Cádiz. Y así fue, el sonido de la mar, esta vez fue recreada por los aplausos del público.
«Fin por bulerías que no queremos abusar de vosotros». Entre risas, se arranca a bailar con la falseta de El Cabeza y el lerelerele en homenaje a la Paquera de Jerez, un cante por bulerías, que es el remate dulce de una noche de arte que David Palomar junto a su grupo han regalado a los asistentes a este templo madrileño.
Begoña Castro para Flama