Cada vez que coincide un día lluvioso con el IX Concurso Internacional la Saeta de Oro, las calles de Granada se llenan de las llamadas devocionales de nuestros participantes más entregados y la noche del lunes se congratula de ser especial en el Pilar del Toro, bajo la mirada de la Torre de la Vela, iluminada con carácter de espera. En este entorno, cada cantaor sale al balcón del patio para, en vez de mirar a los testigos del acto sentados debajo, alzar su mirada hacia el cielo e implorar la misericordia, tal vez de una divinidad, o tal vez de los miembros del jurado, quienes decidirán quién pasa a la final. Este año la suma de los premios ha ascendido, pero volvamos a lo artístico de la noche, lo cual es lo verdaderamente importante.

Iván Centenillo, ganador de la edición pasada y fuera de concurso, inaugura con esta letra la velada:

Como de rosas y claveles

Tengo que hacer una corona

Para ponérsela a la Virgen

Y en su divina corona

Reina del cielo escogida

Una voz controlada, apacible su comienzo. Sergio Delgado alza su voz hacia su interior. Recita el texto con velocidad en algunas partes, se adelanta a la expectativa, reposa y sube un escalón. Con leves giros hacia el gospel, su voz se redondea. Le sigue Elisabeth Pribol quien alarga de una forma delicada, como finos hilos de seda, su voz siempre ascendente, escalando hacia la gloria su sentimiento y devoción. “Quisiste morir para salvar la humanidad”. Escalofriante su consideración humilde.

Antonio Fernández demuestra las mil razones por las que fue finalista el año anterior. Igual que Jesucristo perdonó una y otra vez, así vuelve a deleitar con su devoción y fuerza. Para acabar la primera ronda, el motrileño Julio Fajardo cierra con maestría y recato, pero sacando los oles también medidos del público.

En la segunda ronda de la noche, Sergio realiza una gesticulación con brazos y manos, declamando cada palabra con una rica variedad de movimientos corporales, buscando la unión con el público. Elisabeth templó el ambiente y, seguidamente, volvió a ejecutar sus características subidas de intensidad que ponen en guardia y debilitan al mismo tiempo al espectador. Fernández saca los oles en sus paradas, consigue crear el tándem entre tensión y relajación que hace al público partícipe y cómplice del respiro, de la grandeza y la gravedad del asunto que nos trae entre manos: arte y espiritualidad.

Julio Fajardo no disminuye en concentración la cuota conseguida por su compañero. Se empeña y consiguió una conclusión de la noche que da mucho que prometer de cara al resto del concurso. Los dos siguientes lunes de este mes se sucederán las otras dos semifinales y la final se celebrará el lunes 27 de marzo gracias a la organización de la Federación Provincial de Hostelería y Turismo de Granada. Perfecta antesala de la Semana Santa.