Si algo caracteriza a la bailaora, coreógrafa y maestra Cristina Hoyos, es esa sonrisa que transmite tanta dulzura y amor por lo que la vida le ha puesto en el camino. Quizá por eso aquella recurrente frase de “gracias a la vida” suene tan especial cuando sale de sus labios.

Y fue esa misma sonrisa la que la acompañó durante toda la gala de cierre de la XXIII edición del Festival Flamenco, Tío Luis, El de la Juliana, la noche del jueves. Una noche en el que no solo pondría en escena lo mejor de su ballet flamenco, sino también, recibiría el galardón mayor que motiva este evento anual, liderado por Dª Marisa Muñoz, presidenta del Patronato y fundadora de este festival, que apostó por el flamenco en el año 1969 y por eso el flamenco está en la Universidad de Madrid.

Fiel a su estilo, la maestra Hoyos comenzó el evento con un emotivo discurso, en el que hacía un repaso por las luces y sombras de su vida y su trayectoria, confesando que aquella “hada madrina” siempre que la llevaba de la mano y la guiaba en cada paso, finalmente le develó su nombre: baile flamenco.

Y el flamenco lo confirmó

Con el patio de butacas repleto y la expectativa a flor de piel, el Colegio Mayor Universitario Isabel de España, recibía al esperado elenco del ballet Cristina Hoyos.

Con la magnífica guitarra de Ramón Amador y las poderosas voces de Samara Montañez y Vicente Gelo, los bailaores José Luis Vidal, Lebri, Rosa Belmonte y Cristina Gallego, hicieron gala del talento y la gracia en el baile que les heredó su mentora.

Una gala muy completa, que empezaba por guajiras y hora y media después, terminaba por alegrías, con el baile en fin de fiesta de la maestra Cristina Hoyos, que despertó elogios entre el público, que disfrutó emocionado de ese momento tan especial.

Al final de la gala, el reconocimiento a la gran bailaora, aunque ya tiene en casa muchos galardones, lo recibió con inmensa alegría y gratitud, sin perder ni un segundo esa sonrisa que ya es su marca registrada.

Paula Y. Valdez para Flama