Antonio Benamargo, director de Suma Flamenca 2022: «El cante es la columna vertebral del flamenco»
El prestigioso festival flamenco de la Comunidad de Madrid, Suma Flamenca, se homenajeó a sí mismo bajo el título ‘Madrid Flamenco’.
La principal cita con el arte jondo de España se clausuró, con gran éxito, el 6 de noviembre en la comunidad de Madrid.
Dio el pistoletazo de salida el pasado 20 de septiembre en la sala Verde de los Teatros Canal de la Comunidad de Madrid, con Manolo Sanlúcar (1943-2022). In Memoriam. Concebido tras la gran pérdida el pasado 27 de agosto de uno de los mayores referentes del s.XX y XXI de la guitarra flamenca, El homenaje In memoriam, contó con la presencia del musicólogo Faustino Núñez, quien realizó una semblanza del maestro de Sanlúcar de Barrameda. Y a continuación, el guitarrista alicantino Alejandro Hurtado, Premio Bordón Minero en La Unión en 2017, interpretó un concierto de guitarra flamenca.
Como no podía ser de otra manera, en esta edición se pudo disfrutar de los tres lenguajes de nuestro Arte: el Cante, la Guitarra de concierto y el Baile. Aunque el grueso de la programación se desarrolló en la ciudad de Madrid, la voluntad descentralizadora del festival lo extendió a tres municipios de la comunidad: San Lorenzo de El Escorial (Real Coliseo de Carlos III), La Cabrera (Centro Comarcal de Humanidades Sierra Norte) y Rascafría (Real Monasterio de Santa María de El Paular), además de las galas flamencas que se celebraron en espacios de la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid.
Para iniciar la entrevista a Antonio Benamargo, director artístico de Suma Flamenca 2020, 2021 y 2022, recogemos unas líneas que el propio Benamargo escribe y figuran en la página de inicio de la web del festival en esta 17º edición: «Nuestra Comunidad será a través del lema Madrid Flamenco un lugar de encuentro de artistas flamencos andaluces, españoles en general y hermanos de otras latitudes, que plasmarán sobre el escenario el mapa actual del «Planeta Flamenco«.
José Blas Vega escribió a finales de los años 80: «…Madrid, como centro geográfico y capital de España, a lo largo de su historia ha sabido captar todo aquello que representase una manifestación artística, actuando como agente catalizador. El Flamenco como elemento artístico a desarrollar, inclusive dentro de una minoría en la prehistoria flamenca, encontró siempre en Madrid su ambiente especial debido principalmente a:
Una predisposición psicológica que hace compatible el carácter del «majo» madrileño de los sainetes del siglo XVIII con el «jaque» andaluz, afinidades que se prolongan en el siglo XIX.
Una favorable aclimatación andaluza. El costumbrismo madrileño del siglo XIX es abundante en ambientes populares, cafés, mesones, romerías y festejos, donde lo andaluz y lo madrileño aparecen compartidos e identificados dentro del más puro casticismo.»
BC: ¿Antes de tus 7 años de programador de Flamenco en Casa Patas, qué relación tenias con el flamenco?
AB: Desde que tengo uso de razón he cantado, lo que escuchaba en la radio y me aprendía canción española, alguna zambra de Manolo Caracol, algo de Pepe Pinto, de Valderrama… todo cantes de melodía, lo que escuchaba por la radio, pero no cante jondo, porque lo descubrí mucho más tarde.
Mi padre, que era un gran aficionado al cante, se sorprendía que con tan solo 4 o 5 años, cuando le acompañaba en su trabajo de labor en el campo, le canturreaba algo y me preguntaba , ¿pero de dónde te has aprendido eso?, incluso la gente en alguna ocasión le decía que me llevara a cantar a la radio pero él decía , no quiero que mi hijo se dedique a divertir a la gente, les respondía, nada de dedicarme profesionalmente.
Pero a mis 12 años cuando descubrí, a los que llamaban “los escarabajos de Liverpool”, los Beatles, yo me quedé impactado, aún no me había movido de mi pueblo, en un ambiente aún muy de posguerra. Me puse su música, que había traído mi tía, en un tocadiscos con pilas y escuché los primeros acordes de la guitarra de A Hard Day´s Night y se me abrió un mundo. Un mundo, que sigue abierto , otras voces , otros sonidos, y otros países que los sentía llenos de color en comparación con la España negra de los 60.
Al descubrir esto, ya no quería saber nada de lo flamenco porque suponía, ataduras a mi pueblo, me sumergí en el pop, el soul y las músicas que nos llegaban en la segunda mitad de los 60 en la radio y en discos … hasta que posteriormente en el año 74 en un festival que organizó “El Loco de la Colina” en el Teatro Monumental de Madrid, escuché la voz del presentador que anunciaba a Terremoto de Jerez, cantaor desconocido para mí y sentí que no era ajeno a mis héroes del momento. Wilson Pickett, Otis Redding, Arthur Conley o Ray Charles…, pero esto ¿cómo es? Si es como la misma voz, esto es alucinante, me decía yo a mí mismo. Yo nunca había escuchado Cantaores con voces “negras”
De alguna manera me removió por dentro y me fui a mis raíces, empecé a cavilar, a comprar discos. En ese mismo festival, también estaba Paco de Lucia que acababa de sacar “Fuente y caudal”, con el emblemático “Entre dos aguas” y José Menese, que también me impactó mucho.
A partir del 77 me metí en una aventura con el violinista californiano Arthur Wold, el guitarrista Tomás de Utrera y el poeta Luis Melero que se concretó en “Andalucía despierta”, un montaje poético-musical con clara reivindicación andalucista y con contenido social. Y ahí fue la primera vez que aprendí a cantar por soleá, me enseñó un americano, ¿qué te parece?
De 1983 a 1986 dirigí el programa “Flamenco en la Luna” en la emisora libre Radio Luna de Madrid, donde cubrí la actualidad del ambiente Flamenco, programas monográficos y un seguimiento exhaustivo de los conciertos y recitales flamencos que se celebraban en la capital de España, especialmente la “Cumbre Flamenca”, ciclos de programación que han significado un verdadero hito en la historia del Arte Flamenco en Madrid y en España.
BC: ¿Cómo empieza la aventura de Casa Patas?
AB: Fue a finales de la primavera de 1988, cuando Daniela Tilkin me sugirió la idea de programar flamenco en un restaurante de Madrid en la zona de Antón Martín. Daniela, experta en arte contemporáneo y gran aficionada al mundo del toro y del flamenco, me puso en contacto con Rufino Rodeiro, gerente del restaurante Casa Patas, nada versado en Flamenco pero animado a darle otro enfoque a su negocio.
Yo era reticente pues mi única experiencia consistía en haber ayudado en la fundación de la peña flamenca Luis Marín en Vallecas y era consciente que una peña no es como una sala. Al final me animé y busqué una fórmula mixta, es decir, seriedad en el escenario como si fuera un teatro y el ambiente de la sala como un café cantante pero siempre exigiendo escuchar en silencio y con respeto total al artista.
BC: ¿ Con qué cante te identificas?
AB: El Cante por Soleá, en torno a este cante gira todo, es redondo, lo contiene todo.
BC: ¿ Hay Cante Grande y Cante Chico?
AB: Para mí no hay cante grande o chico, es grande porque lo hacen grande los cantaores a la hora de interpretarlo.
BC: ¿Si tuvieras que describir cuales fueron momentos inolvidables de tu trayectoria Flamenca?
AB: Déjame que te refiera tres por lo menos.
El primero fue a mediados de diciembre de 1991 cuando el maestro Enrique Morente me llama y me propone que trabaje con él “el tiempo que nos aguantemos” dijo. Para una persona aficionada al cante como yo y estar al lado de un artista que le cabía todo el flamenco en la cabeza era un privilegio. Además no solo como cantaor sino como músico del cante, que no sé qué sería lo más importante en Enrique. De manager solo he trabajado con él y estuve desde el 1991 al 1995, cuatro años o así, pero ya, lo que duró estuvo bien, nunca más, porque yo creo que valgo más para programar, para trabajar con todos, crear espacios, producir, coordinar que para trabajar como representante de artistas. El trabajo de manager es absolutamente respetable y cada vez se echa más en falta, personas que apoyen las carreras de los artistas y no sean simples comisionistas.
Bueno tengo que aclarar que también he tenido, tengo y tendré una relación de trabajo y de vida especial con Rafael Riqueni y también en determinadas épocas con otros artistas como José Menese, Pepe Habichuela, Carmen Linares, El Güito, etc.
Te cuento una noche con “Chocolate”, con un público un poco desubicado en Pozuelo. Fue la última noche que trabajé con él, después, desgraciadamente, se nos fue. Justo antes de salir al escenario me dice: Antonio, yo entiendo el mundo de hoy, te pagan con un cheque, un pagaré, el mundo moderno, yo entiendo, pero que tengas en cuenta que si tú a mí me pagas en dinero y yo me meto el dinero en el bolsillo antes de salir a cantar, yo canto mejor por soleá, pero vamos mucho mejor, de aquí a Lima.
Luego te podría hablar de tanto que he trabajado con Chano Lobato, en la gira del norte, allí lo adoraban. El público terminaba y me decían el año que viene otra vez, estaban locos con él. La primera vez que vino conmigo al teatro de Barakaldo a finales de los 90, empezó a cantar por tangos, “ por la calle abajito va quien yo quiero”… termina sus alegrías, le hace la pelota un poquillo al público y empieza a contar una anécdota: Hemos llegado con el coche al parking del Hotel Ercilla de Bilbao y me dice Antonio, Chano, este ascensor habla. Efectivamente; “abriendo puertas, cerrando puertas”. Y después de coger las llaves en recepción, subimos al ascensor y de nuevo “abriendo puertas…” y al llegar a mi planta y meter la llave en la puerta de mi habitación, que estaba junto al ascensor, ¿qué se creen que me dice el ascensor?” ¡¡¡Hasta luego Chano!!!” (muchas risas).
BC: ¿Dirías que has aportado un nuevo enfoque al espectador de Flamenco?
AB: Es difícil para mí, verlo yo. Eso lo verá el público. Bueno, ya te dije antes que lo primero que hice fue colaborar en la fundación y arranque de la peña flamenca de Luís Marín en Vallecas. Siempre refiero que allí en esa peña aprendí todo lo que no hay que hacer y esto fue lo que a la hora de presentárseme la oportunidad de llevar una sala, Casa Patas, yo tuve en cuenta: La zona del público sin luz, totalmente a oscuras, el tratamiento del escenario con la seriedad de un teatro, el público como en un Café Cantante o una Taberna, pero en absoluto silencio y respeto. Allí había copas pero en cuanto se apagaba la luz, allí no hablaba ni Dios. Cuando en alguna mesa sonaban palmas, me acercaba y les decía, Palmas de Mallorca!!! (risas). La gente entendía perfectamente.
Se trabajaba a pelo, sin microfonía y el baile se montaba desde el cante, que era la diferencia con los tablaos. El 95% de lo que hacíamos era cante. Yo quería que el cante predominara y se demostró que el cante gusta en Madrid y programar Cante Jondo en Madrid es negocio. En la primera época del Patas, antes de ser tablao (del 88 al 95) las figuras del baile que actuaron fueron Juan Ramírez, La Tolea, Adrián, Israel Galván (entonces Israel de los Reyes), Carmelilla Montoya, Fernanda Romero, Isidro el Mono, Josele, Antonio Canales, Paco Valdepeñas, Manuela Heredia, Joaquín Grilo, Beatriz Martín, Belén Maya, Candela Soto, Eva la Yerbagüena, Belén Fernández, etc. …El elenco artístico lo negociaba con los bailaores ó bailaoras y solía constar de dos cantaores y dos guitarristas. Se abría la primera parte con uno de los cantaores cantando “alante” un par de cantes con uno de los guitarristas y el bailaor o bailaora hacía un baile largo hasta el fin de la primera parte. Después de un descanso de unos veinte minutos se abría la segunda parte con el otro cantaor acompañado del otro guitarrista cantando “alante” dos cantes para cerrar la segunda parte con el bailaor haciendo un baile largo y cerrando con un fin de fiesta con todos.
Yo huía del compadreo de las peñas y del flamenco de consumo del tablao que había en esos momentos. Quería una cosa nueva, seriedad en el escenario y que mandara el cante jondo.
BC: Aprecio en tu programación para la Suma, ¿Cómo haces distinción de alguna forma entre los jóvenes, la solera en el cante y guitarristas con gran trayectoria y rematas con el baile. Estás de alguna forma reivindicando que el flamenco, como el vino, necesita de años, para entrar en su esencia y plenitud?
AB: En mi opinión con todo el respeto a otros compañeros que están programando en otros festivales, si tu haces un festival de Flamenco el cante tiene que marcar, es la columna vertebral del Flamenco, no olvidemos que la guitarra toca el cante y el baile baila el cante, lo primero fue el verbo. Esto no lo puedo olvidar nunca, después, ¿se pueden hacer cosas experimentales? Pues siempre aporto alguna cosa que sale nueva, pero el sustrato es el Flamenco. La guitarra en concierto, por ejemplo, ¿qué seria hoy en día del flamenco sin el trabajo de los guitarristas y todo lo que aportan ellos?
BC: ¿Cómo ha sido para ti trabajar con el legendario bailaor madrileño El Gūito? He visto que el cartel de este año de la Suma sin duda está inspirado es su maravilloso perfil bailando por soleá.
AB: Sí, era la imagen que yo quería para este año, al diseñador le pedí que captara la esencia de El Gūito, les mandé una foto, un vídeo bailando… le tuve que pedir permiso a Eduardo y explicarle que sería algo un poco abstracto, puesto que él ha sido siempre muy exigente con su trabajo. Menos mal que me llamó y me dijo que lo había visto y le había gustado.
Pues Eduardo Serrano “El Güito”, a principios de los años 90, me lo enseñó todo lo que es trabajar con un bailaor. Porque fue mi primera vez con un bailaor y por ejemplo el primer día me dijo: Antonio, el escenario tiene que ser todo negro, incluso las sillas. El color lo ponen los artistas, el escenario ausente de color. Veía también en él , su paso por Pilar López, para mí fue un máster. En esa época que se programaba por ejemplo Andalucia a los bailaores y bailaoras de allí, entonces yo siempre intentaba programar a los bailaores que estaban en Madrid, Güito, Manolete y la Tati y que no aparecían mucho por el sur.
BC: ¿Volverías a vivir cada minuto de lo que has vivido?.
AB: Para nada, yo estoy muy bien en el presente, en el ahora. Mi empresa se llama Flamenco de hoy.
BC: Muchas gracias, Antonio, como aficionada al flamenco es un lujo poder hablar contigo y saber de tus experiencias, tu curriculum que es, indudablemente, único y me permite ver la dimensión real que tiene el flamenco.
Begoña Castro para Flama