
La Orquesta Ciudad de Granada se tiñe de flamenco con Manuel Busto y Mauricio Sotelo
Cantes, soniquete y canciones se tituló el programa realizado el pasado viernes 24 de noviembre en el Auditorio Manuel de Falla con la Orquesta Ciudad de Granada. Junto a la tarima del director, Álvaro Albiach, encontramos un instrumento que llama la atención, fue ideado recientemente en 2020 y bautizado como mesa de percusión. De color negro, los diferentes rectángulos en los que se divide la mesa indican la variedad de posibilidades tímbricas que sonarán gracias a la maestría de Agustín Diassera, quien se encuentra sentado frente al instrumento, dispuesto a merendarse un buen flamenco gourmet, o mejor dicho, Soniquete. Sinfonía… de lo jondo, núm. 1 de Manuel Busto. Su mesa y los ritmos emitidos evocaron el taconeo de baile, sobresaliendo del ambiente orquestal, disonante, como si los pies de una figura danzante, invisible, marcasen los acontecimientos que anuncian los demás instrumentos. Al rato se materializó aquella figura imaginada con la puesta en escena de las manos de Carlos Merino, marcando las palmas mientras llega al escenario, por soleá. Continúa la voz flamenca que surge desde un lateral del patio de butacas, Sergio El Colorao. Al otro extremo, el baile de Fuensanta La Moneta con un traje negro de terciopelo. Después de la transición, con ambas figuras ya llegadas el escenario, vuelve a ser la música la única protagonista, integrando las palmas de los ejecutantes flamencos con los movimientos de arco. Solamente al concluir la obra se deja una coda para la salida del baile, de forma teatralizada, junto a sus acompañantes. Como una gran fiesta con personalidades de todas las condiciones, continúa el programa con la aparición del barítono Dimitris Tiliakos, y se unen el arpa y el clave como instrumentos no asiduos del conjunto orquestal, para las Quatre chansons de Don Quichotte de Jacques Ibert. El cambio de sonoridad se acentúa drásticamente debido a la ausencia de las cuerdas en la primera canción. Acaban las canciones con el tema de la muerte y el consuelo que se encuentra en ella, cuando se ha vivido una vida que ha valido la pena aventurarla. Después del descanso, el lenguaje asimilado y apacible de Ravel lleva de la mano y despierta la confianza que puede sentir un niño inocente bajo el amparo de un adulto cariñoso. El momento se sigue saboreando con la dulzura más sublime de una madre: El círculo mágico de Manuel de Falla. Momentos que dan sentido a toda una vida. Para no dejarse caer todavía de la ensoñación que nos brinda este programa, se realiza la Pantomima, ambas obras de El amor brujo de 1925, como anunciando que la zona de confort no puede (ni debe) durar una eternidad. Para finalizar, en la obra de Mauricio Sotelo, el cante de Sergio El Colorao vuelve para alzarse con un martinete y el ritmo por seguiriyas con disonancias abstractas por parte de la orquesta, haciendo de base para un cante de la mano y pulmón del saxofonista Juan M. Jiménez y el baile de La Moneta. Se suceden secciones alternando el cante tradicional con el engranaje complejo de melodías realizadas por el saxofón. Resalta en la obra el cante por granaína, y de pronto, con el añadido de diferentes melodías “en otro tono”, como se diría en el lenguaje flamenco. Después de pasar por bulerías y soleares, volvió una letra por seguiriyas tan directa como clara: como me duele el alma, señores, de tanto llorar. Pablo Giménez para Flama