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FESTIVAL FLAMENCO NÎMES. Rafael Rodríguez y su gente, algo más que flamenco

16 enero, 2017

Parece ser que la organización del Festival Flamenco de Nîmes 2017 preparaba dos platos fuertes en los dos primeros días. Primero Rocío Molina, y el segundo día uno de los maestros de la guitarra flamenca, Rafael Rodríguez, presentando su trabajo Guitarra Mía, en el Théâtre de Nîmes el pasado 14 de enero, ante un aforo repleto, entre los que había entendidos y buenos conocedores del flamenco. Son muchos los aficionados de toda Francia y países aledaños que abarrotan un Festival que ha creado una marca de calidad en estos 27 años.

El espectáculo de Rafael Rodríguez El Cabeza fue un verdadero y sincero homenaje a la figura de la sonanta. El sonido de la de Rafael era reposado, templado, preciso y limpio. Solo por soleá. Una ejecución perfecta – con una descarada reminiscencia de sonidos arabescos – en los solos de guitarra que intercaló a la perfección con las participaciones de los artistas invitados. Ojo al dato: Milagros Menjíbar, Javier Barón y Rocío Molina. Al cante, los gaditanos David Palomar y José Anillo. A las palmas el también gadita Roberto Jaén, y a la percusión Isa Rodríguez.

La malagueña la dedicó al también tocaor sevillano Ramón Amador, recientemente fallecido. La musicalidad de Rafael Rodríguez hace que suene a poesía, pero intercalaba los picados a una velocidad que casi no se percibía, debido a esa conjugación perfecta de ambas variantes. Por entre las cuerdas se veían pasar algunas sombras del toque jondo… se percibían falsetas de Diego del Gastor, de Morón, pero había algo de Niño Ricardo, o, incluso, de don Ramón Montoya. Era tal lo que Rafael quería transmitir que desbordaba al aficionado. Además, el público del Festival Flamenco de Nîmes tiene un oído muy agudo. Hay mucha prensa, entendidos, artistas, programadores… hay que tener cuidado con lo que se hace. Y Rafael estuvo insuperable.

No fue el típico espectáculo de artistas invitados… eran artistas entregados. Rafael Rodríguez no necesita muchos adornos. Es un tocaor que tiene un lenguaje propio y mucho que decir. No son falsetas ni frases sueltas. El Cabeza tiene todo un código y un diálogo solvente con mucha historia y conocimiento detrás. Es un todo, que al arroparlo con figuras del flamenco, hacen que el espectáculo pase a la categoría de excelencia. Tanto el público como la prensa lo comentaban a la salida del teatro. Se formó una especie de tertulia flamenca viral en la noche de Nîmes. Fue una verdadera fiesta del flamenco.

rocío molina y rafael rodríguez

La primera estrella invitada fue la malagueña Rocío Molina, que había participado en el festival los días anteriores. Y es que Rocío es Rocío. Ataviada con su abanico, dando mucho juego a un estilo que no es propio de ella. Un flamenco tradicional. Y supo a gloria, ver a una artista de esa categoría y que habitualmente bordea los límites de lo permitido. Verla por derecho es una doble satisfacción. Fue un baile de ida y vuelta, por guajiras. Y sí que fue una vuelta, pero de rosca, a su arte y estilo. Versátil. Abrumadora. Con gestos de descaro a un público que la mecía en el escenario.

Y Rafael El Cabeza seguía en sus trece… continuó con un toque que parecía que venía del Magreb, incluso con unas repeticiones que recordaban a la música trance. Además, aumentando la velocidad. Por un momento recordó a la música ceremonial Sufí. Tan insólito como flamenco. Original. El espectáculo no paraba de sorprender. Y da gusto ver tanta calidad junta. Hacía recordar a esos festivales antiguos en los que los artistas tenían mucho trato. Y se esperaban para ver a los compañeros y estar juntos. Hacer comunidad y una fiesta en torno al flamenco. El ambiente  y compadreo se palpaba, se masticaba.

El cante comenzaba con el flamante ganador del Concurso Nacional de Córdoba, el gaditano José Anillo. Se metió al público francés en el bolsillo con su solvencia en el cante. Y el arrojo que echó. Con coraje. Ole. David Palomar estaba muy emocionado. Se le notaba. Parecía que el homenajeado era él, estaba como un flan. «A uno de los mejores guitarristas de España», comentaba Palomar. Y arrancó por garrotín trianero. Un ritmo de garrotín llevado a la perfección por la brisa marinera del gaditano… acordándose de Chano Lobato. Y Rafael tocando a lo barbero. Toque antiguo. La fiesta seguía.

javier baron rafael rodriguez nimes

No sé si exagero, pero nunca había visto a David Palomar cantando con tanta fuerza. Dice mucho de él. Esa generosidad en el escenario. Estaba muy emocionado y nos emocionó a los que escuchábamos. Saltaban olés espontáneos por todos lados. Y es que el garrotín invita a ello también. Y Rafael con un toque con guasa y burlesco. Picarón. La primera oreja de la noche fue para David Palomar. La cosa se ponía seria. aparece Javier Barón. Soleá por bulerías… recordando a Antonio El Arenero… Si a ti te quiere tu mare, más me quiere a mí la mía… Un baile de peso, muy consolidado en el saber. Zapateado perfecto, compacto. Levantando olés a medida que avanzaba el espectáculo. A Javier también se le notaba que quería estar a la altura de lo que estaba pasando en el escenario.

Y seguía el hilo conductor de la noche. La sonanta de El Cabeza. Y es que Rafael despierta verdadera pasión entre sus compañeros. Se estaba desarrollando un verdadero homenaje a su figura. Un compañerismo generoso y de corazón. Se pegó la zambra de Manolo Caracol con el acompañamiento de Isa Rodríguez, que nos dejó tiritando. El flamenco servía de vehículo para transmitir todo lo que Rafael tiene dentro.

milagros menjibar rafael rodriguez nimes

Anillo por alegrías de su tierra… y aparece el baile sevillano de Milagros Menjíbar, con esa elegancia que la caracteriza con su bata de cola. Nada más levantó esos brazos con aires del Guadalquivir, con ese duende y esa magia que tiene Milagros, el público se vino arriba. Además, estos braceos con tanto arte parece que no pasan por su mejor momento. La ortodoxia no se trabaja. Y es lo que faltaba ya a la noche: delicadeza y armonía de movimientos. Feminidad. Flores y peinetas tirados por el suelo de la fuerza del espectáculo que ofreció la sevillana. Nos retrotaía a una noche de fiestas flamencas antiguas. El embrujo de Milagros hizo que el público y la presidencia concedieran la segunda oreja. Ovación por todo lo alto, y remate en la salida del baile con embrujo.

Fin de fiesta por bulerías. Y el toque de Rafael no sabía si tirar para Morón o para Jerez. Mucho compás. Juntar a Milagros, Javier y Rocío es complicado… pero el más difícil todavía creo que fue ver bailar a Rocío por derecho en un fin de fiesta. Qué contorneo y que maneras tan flamencas y, por qué no, gitanas. Con ese broche se cerraron las dos orejas y el rabo. Y Rafael tuvo que dar varias vueltas al ruedo en volandas por todo lo que habían dado. Estábamos todos emocionados.

rafael rodriguez flamenco nimes

Texto: Isidoro Cascajo.

Fotografías: Jean-Louis Duzert.

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